En el Proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) 2025, el Gobierno de Paraguay destina 40 millones de dólares para el subsidio al transporte público. De ese total, 14 millones se financiarán con bonos soberanos.

Es decir, Paraguay se endeuda para sostener un sistema colapsado que no brinda garantías mínimas a los usuarios
Desde el Congreso Nacional, varios legisladores ya manifestaron su rechazo a esta decisión, cuestionando no solo la calidad del servicio ofrecido por las empresas de transporte, sino también la lógica de endeudarse para mantener un modelo sin control, sin planificación y sin mejoras visibles.

**Hasta los empresarios del transporte piden eliminar el subsidio**

César Ruiz Díaz, titular del Centro de Empresarios del Transporte del Área Metropolitana (Cetrapam), sorprendió al coincidir con los críticos del subsidio.

En declaraciones a Radio Monumental, afirmó que esta política “debe desaparecer” y planteó que los montos se transfieran directamente a las tarjetas de los usuarios.

Según el empresario, el subsidio ha sido utilizado como herramienta política, no técnica, y las empresas del rubro son simples consecuencias de decisiones ajenas.

Ruiz Díaz apuntó a la falta de planificación estatal, afirmando que no existe un plan maestro de transporte, no hay carriles exclusivos, ni semaforización inteligente, ni paradas cada 500 metros. Asimismo, denunció que los itinerarios datan de hace 40 años. 

A esto se suma la importante caída del número de pasajeros diarios, que pasó de 1.200.000 antes de la pandemia a 500.000 en la actualidad. Menos usuarios, más gasto.

**Un subsidio sin control ni resultados**

A la fecha, el subsidio ha servido más para maquillar la ineficiencia que para solucionarla. Las quejas sobre la calidad del transporte público son generalizadas, frecuencias erráticas, buses obsoletos, condiciones inhumanas en las horas pico y una falta total de fiscalización.

Y aún así, el Estado paga religiosamente sumas millonarias a empresarios que reconocen que el sistema no funciona. Lo paradójico es que estos mismos empresarios, los principales beneficiarios del esquema, ahora abren la puerta a una transformación radical.

**Usuarios desprotegidos y sin alternativas**

La propuesta de eliminar el subsidio no es bien recibida por todos. La Organización de Pasajeros del Área Metropolitana de Asunción (Opama) advirtió que la medida golpearía directamente el bolsillo de la población más vulnerable.

Si desaparece el subsidio, estiman que el costo del pasaje subiría a más de G. 5.700 en el servicio diferencial y G. 4.400 en el convencional, precios imposibles para miles de trabajadores que viven al día.

Además, Opama cuestionó el uso de bonos soberanos para financiar el subsidio, señalando que eso implica desviar recursos de sectores claves como salud, educación o seguridad. “Exigimos eficiencia, no eliminación de derechos”, reza el comunicado.

**Una reforma impostergable**

Lo cierto es que la discusión sobre el subsidio al transporte ya no puede centrarse en si se paga o no. El debate urgente es cómo reformar un sistema obsoleto que consume millones sin ofrecer nada a cambio. Seguir financiando este modelo sin exigir resultados es una forma de corrupción institucionalizada, una transfusión constante de dinero que se evapora entre la burocracia, la falta de controles y la desidia estatal.


¿Se deberá eliminar el subsidio? El Estado está endeudado

Por Augusto Morel3' de lectura

La inversión es enorme, pero el sistema de transporte ineficiente y sin rumbo.